domingo, 1 de junio de 2014

De Colombias varias

Los hechos ocurridos en Colombia en las últimas semanas, dificultan dejar el tema incluso habiendo, como hay, otros de supremo interés para el lector. Pero este es cercano, muy cercano, y no sólo para el colombiano sino para sus vecinos. Varios hechos, luctuosos unos, negativos otros, positivos y alegres también, dibujan el mapa de un país multifacético que no sólo es capaz de sobrevivir a una tragedia de 60 años, sino también seguir creando, seguir creyendo en sí mismo y en el futuro, seguir trabajando aún en medio de la sangre y de las adversas condiciones que crean la indiferencia de la mayoría (60%), la ceguera de una minoría incidente (29%), y la esperanza de unos pocos (26%) que no pierden la perspectiva aún en medio de la amenaza tenebrosa del odio.
         Es que son muchas Colombias. Está la de García Márquez, que nos deja un legado de talento y de magia narrativa difícil de superar pero posible de continuar por quienes vienen haciendo literatura en medio de la zozobra que siembran inconscientes uribes, escobares y tirofijos; está la de los chicos que en Italia sacan la cara por el país de hoy, con un triunfo que es más que eso hasta este momento: una aplanadora ciclística que deja en el asfalto a lo mejor del ciclismo mundial; está la de esos otros chicos que recrearán, desde las canchas brasileñas, el sueño de ese otro Dream Team que naufragó antes de echarse al agua en el Mundial del 94 en EEUU.
También está la de personajes de la ciencia y de la razón como el científico Rodolfo Llinás, que con sus investigaciones acerca de cerebro humano trata de colocar el pensamiento científico y racional por encima de la superstición, tarea más ardua que la de Quintana en las cuestas de la Dulce Italia o la de Falcao y compañeros en los estadios del Brasil; está la de los campesinos que desde trochas, caminos y montañas tratan de hacer presencia frente a una casta política corrupta e indolente, y de una esponja económica que sólo absorbe y no comparte; en fin, está esa otra Colombia expectante que se resiste a perder las esperanzas y confía en que la ceguera nacional permita un lampo de luz que aclare las tinieblas.
         ¿Cuál de esas Colombias prevalecerá el 15 de junio en la Segunda Vuelta Electoral que definirá el futuro inmediato del país? ¿La de los Urán, Falcao, Llinás, Gabo, Obregón y demás constructores de la Colombia que vale y que sueña? ¿La de los Uribes, Escobares, Rito Alejos, Timochencos y otras escorias que ensucian la historia y degradan los sueños de futuro? ¿La de los indiferentes para quienes el futuro es solamente el que señalen los demás, buenos o malos, porque el país les importa un comino y ya sabrán acomodarse a lo que venga, y son, por ello mismo, quizá más culpables del desastre que los mismos ejecutores y constructores de la tragedia y del llanto nacional?

         Coletilla: El futuro del país está en las manos y en la conciencia de ese 60% indiferente que se aisló egoístamente de la nación. El 15 de junio tienen la oportunidad de elegir entre la guerra y la paz, entre los falsos positivos, la corrupción oficializada y los niños guerrilleros, o la esperanza de futuro que se vislumbra entre las brumas de la política.

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