sábado, 17 de enero de 2015

De cómo nunca he podido ver a Les Luthiers…

Sabía del Conjunto de ¿cantores, humoristas, músicos? argentino Les Luthiers, desde antes de llegar a Ecuador. Algo había escuchado en Colombia hace casi medio siglo. No a ellos; de ellos. Alguna vez se presentaron en Cali, pero yo en ese entonces trabajaba en un banco: o sea, no pude ir a verlos porque la entrada costaba casi lo que ganaba en un mes. Todavía no era Ejecutivo...
Así que supe de ellos: leí las reseñas al día siguiente, en los diarios.
La segunda vez que supe de ellos, me metí con ellos. Ya estaba en Ecuador y ya había renunciado a ser Ejecutivo. No tenía madera: odiaba la corbata, me gustaba la literatura, escribía crónicas, me emocionaban los atardeceres, pensaba que el dinero no es lo único importante; en fin, no tenía madera. No tengo. Pero tenía en Colombia un amigo que tenía unos amigos que se llamaban Les Luthuiers. Y tenía en Ecuador otro amigo que tenía una empresa que podía auspiciar la traída de Les Luthiers, que iban de gira para Bogotá. O sea, donde estaba mi amigo que era su amigo. De Les Luthiers.
El amigo que era su amigo (de Les Luthiers), era Daniel Samper Pizano, que también, creo, lo conocen ustedes. Escribía para el diario HOY y para una importante revista de por estos lados, que tiene parte en la historia. Bueno, el asunto es que a mi amigo de la empresa esta que podía, en fin, ya saben:  ¡traer a Les Luthiers!, le dije que yo podía, ¡ejem!, contactar a Les Luthiers por conducto de mi otro amigo que, ya saben: ¡era amigo de Les Luthiers! Y una o dos veces acompañante en el escenario. Y hasta biógrafo… Me dijo que lo hiciera, de modo que lo hice: contacté a mi amigo que era amigo de, ya saben, y le dije que mi amigo empresario, que también era su amigo, por culpa del fútbol no de Les Luthiers, quería ver la posibilidad de que vinieran a Quito y que quizás él podía mencionarles el asunto de desviarse un par de días de regreso a Buenos Aires. Y Les Luthiers dijeron ¡sí! más rápido que el Vals del Segundo. Y entonces vinieron.
Eso fue hace unos 30 años. ¿O más? No me acuerdo. En todo caso la empresa aquella los auspició, los trajo, los puso a tocar y a cantar en el Teatro Bolívar. Y yo me preparé para escucharlos. A ellos, a Les Luthiers. Y aunque ya no trabajaba en un banco, tampoco era Ejecutivo. ¿Se acuerdan?: no tengo madera... De modo que la entrada ¿cómo dije? Pues igual: costaba casi mis ingresos de un mes, de modo que tampoco. Yo pensé que como Les Luthiers habían venido porque yo era amigo de un amigo de ellos que los había comprometido para venir a Quito, ¡zaz!, estaba invitado.
Leí las reseñas en los diarios, al día siguiente.
Hoy sigo trabajando, aunque todavía no de ejecutivo sino de intelectual o sea de albañil de palabras, de modo que, aprovechando que vienen de nuevo Les Luthiers, por tercera vez, a Quito, me estoy preparando…
Mañana madrugaré a leer las reseñas en los diarios.


Hoy, unos diez años luego de esa Tercera Vez, puedo decir: las leí…

lunes, 12 de enero de 2015

De libertades y fascismos…

El Fascismo español, así como el francés y el alemán y el italiano y el inglés, porque en todos lados se cuecen habas, es lo que me pone a dudar de si aquí estamos en verdad defendiendo la verdadera libertad de pensar y de decir lo que sea y lo que se nos antoje, o, quizá sin saberlo y con el hermoso propósito de la defensa de la Libertad de Expresión, estamos defendiendo la pureza de las razas europeas, blancas y arias y vascas y sajonas y bávaras y vikingas, etc., que quieren a la vieja y maquillada Europa libre de los oscuros descendientes de los pueblos que conquistaron, masacraron, explotaron y humillaron por siglos, y ni siquiera les untaron su civilización democrática sino que los dejaron "libres" para que se mataran entre ellos en su primitiva barbarie.

Hoy son los moros y los beduinos de Alá y de Mahoma los que huelen a bosta, no importa el dios en el que crean; mañana les oleremos a feo –ya olemos a feo hace centurias, pero se han aguantado el olor a cambio de oro, plata, esmeraldas, maíz, papas y petróleo–, los indígenas de la Pachamama y Quetzalcoatl.

Porque en resumidas cuentas, no es la Libertad de Expresión y mucho menos otra, mucho más valiosa e importante, la libertad de pensamiento, porque hablar piedras cualquiera puede si tiene los medios o tiene lengua larga, lo que está en juego: es el derecho humano, ese sí inalienable, de trabajar, movilizarse, vivir donde se quiera vivir sin que nadie se tape la nariz. Todos venimos de esos 120 aventureros que salieron del Valle del Rift y se desperdigaron por el planeta evolucionando hacia estaturas, colores de piel, maneras de pensar y de hablar diferentes. Y eso es lo que está en juego y lo que se sacrifica o se reivindica con el trágico suceso de París, según como se analice y se dilucide: el derecho a vivir en donde sea y a trabajar o a mirar a los cerros de Ubeda.

Charlie Hebdo y sus excesos, es lo de menos. Lo de más es que ello fue originado con un propósito que ya parece bastante claro: blanquear de nuevo a Europa (no sé si hasta regresar a los buenos tiempos bárbaros en los que los blancos de allá se mataban a piedrazos, poco antes de que llegaran los arios del valle del Indo para poder matarse a cañonazos), y asegurarse manu militari de los negros yacimientos de oriente hoy y de América Latina mañana, junto con los del ocre cobre, el explosivo uranio y el indefinible litio, que serán la riqueza de mañana, y que les permitirán salir de sus crisis y volver a ejercer el dominio mundial que les ha sido escriturado por su dios de larga y luenga barba y ojos azules.

Eso es lo que se juega: y ya debe de haber nacido o estarse educando en algún aristocrático y venerable claustro europeo o en un moderno campus de la Ligue, el líder que hará ese trabajito con prisa y sin pausa, aunque para ello tenga que abrir de nuevo ciertos hornos crematorios o pulsar un par de botoncitos que dejen salir el hongo de Hiroshima y Nagasaki. Sólo que los hornos y los botones ya no serán contra los hijos de Abraham, hoy sí de verdad dueños del planeta como pueblo elegido que son, sino contra negros y cetrinos que les ensucian el piso en la venerable y entumecida Europa y en la aséptica y tecnológica “América”. No la del Río Grande a la Tierra del Fuego sino la de Alaska a Texas, o sea la descendiente de los pilgrims del Cutty Shark y del Mayflower. El resto del mundo, es prescindible: lo debe de decir entrelíneas o lo dice claramente, no estoy seguro, el Manifiesto del Club Bildelberg, que alguna vela tiene en este entierro parisino…

miércoles, 7 de enero de 2015

¿Es EEUU un paradigma de justicia y democracia?

Uno se pregunta por qué el pueblo norteamericano (estadounidense es muy largo. Ese país debería tener nombre. ¿Estados Unidos? ¿Eso que es? Hay Estados Unidos del Brazil, Estados Unidos de México, pero ¿Estados Unidos…? Eso no es un nombre sino una elipsis… en fin, sigo), sobre todo el gringo, porque el perrito faldero, Canadá, es algo distinto, por qué ese pueblo tan fanáticamente cristiano y creyente que el 66% todavía asegura que el mundo lo hizo dios en 6 días, es tan tolerante con el crimen (si el arte refleja la realidad, sólo miren sus maravillosas series y filmes de violencia y de crimen: NCIS, CSI, Criminal Minds, Unforgetable, Helix, etc.) y con la violencia que ejercen sus ciudadanos puertas adentro y sus marines puertas afuera. Y sucede que ellos mismos tienen la explicación. Lo vio claramente Noam Chomsky en un libro de 1969, que estoy releyendo y aconsejo leer… o releer. La Responsabilidad de los intelectuales (Ediciones Ariel, 1969). Es una serie de ensayos, el primero de los cuales le da nombre al libro, que tiene otros referidos a esa manía gringa (de sus clases dirigentes pero aplaudida y apoyada por su pueblo) de entrar en guerra con todo país que se atreva a mirarlos a los ojos. En la Introducción a su libro, dice Chomsky lo siguiente, previendo como buen intelectual el futuro de los videojuegos. Cito:

“¿Qué decir de un país en el que un museo científico de una gran ciudad (el Museo de la Ciencia y de la Industria de Chicago) puede anunciar una exposición en la que la gente dispara ametralladoras desde un helicóptero contra chozas vietnamitas (estaba en su apogeo la Guerra de Vietnam en la administración Johnson), con una luz que se enciende cuando se da en el blanco? ¿Qué decir de un país donde pueda ocurrirse siquiera una idea semejante? Hay que llorar por ese país.
“Este y otros mil ejemplos dan prueba de una degeneración moral a una escala tal que hablar de los “conductos normales” de acción política y de protesta se convierte en algo hipócrita o carente de sentido. Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos si lo que necesitan los EEUU es el disentimiento o la desnazificación. (…) A mi me parece que lo necesario es una desnazificación. Es más: no hay ninguna fuerza exterior poderosa que pueda llamarnos a capítulo; el cambio tiene que producirse desde dentro”. Hasta aquí, Chomsky.

         Agrego yo que el pedido de Chomsky se ha cumplido en estos 45 años desde cuando se publicó el libro, pero al revés: la nazificación se ha incrementado. La tolerancia e incluso al apego al crimen y a la violencia de parte de sus ciudadanos al interior y de sus clases dirigentes hacia el exterior, ha aumentado a niveles de terror. Y todo ello aupado por una industria del entretenimiento que ha insensibilizado a la ciudadanía gringa frente a la violencia que ejecutan sus ciudadanos dentro y sus dirigentes afuera: la proliferación de video juegos en los que un niño cualquiera desde los 3 años frente a una pantalla asesina al viandante desprevenido, al islamista, al árabe, al latino, al negro, al extranjero en suma, ha creado no sólo una total indiferencia ante la muerte que causan sus semejantes y sus fuerzas “especiales”, sino incluso una emulación del crimen y de la violencia. El Marine es un paradigma. El político desalmado que habla de lanzar una bomba atómica sobre Medellín (como un alcalde de Nueva York o de Washington, ya no recuerdo) o sobre Damasco o sobre Teherán o sobre Caracas, es un posible candidato a la Presidencia. El francotirador es un héroe. El Policía abusivo es defendido por la Ley, aupado por la sociedad que se cree defendida por ese abusivo que mañana las emprenderá contra ella, declarado impune por una justicia que es más un aparato de represión y de violencia que un freno contra el delito.


         ¿De verdad creemos, o creen muchos, demasiados, que ese país sin nombre que se llama Estados Unidos, es un paradigma de Democracia, de Ética, de Moral, de Justicia, de Paz, de Respeto por la Humanidad y por el Planeta? ¿De verdad se lo creen? Es posible… los videojuegos pueden logar que seamos cómplices de cualquier aberración perversa que salga de los estudios de grabación de, sí, de los Estados Unidos de… de lo que sea… de Death, pro ejemplo. O de Japón porque, ¿han visto un mejor alumno? Juegan beisbol mejor que los gringos, hacen un jazz superior, están construyendo portaviones y submarinos y misiles, y, si no la tienen, ya mismo su padrino les provee la tecnología necesaria, la bomba atómica. Sobre todo ahora cuando el vecino, China, es de nuevo el ENEMIGO.