miércoles, 11 de junio de 2014

Del fútbol y sus bemoles…

El Campeonato Mundial de Fútbol que se juega cada cuatro años desde 1930, con excepción de los doce que van de Francia 1938 a Brasil 1950, ha estado circuido de tragedias, hechos luctuosos, manipulaciones políticas y situaciones anómalas de variopinta índole, que han dejado manchas en su desarrollo y en su historia. Son varios los ejemplos, y en ellos ha sido omnipresente y fétida la FIFA, esa Multinacional del Negocio del Futbol que poco y nada ha hecho por los protagonistas del bello deporte, los jugadores, fichas movibles y manejables de ese dominó mercantil.
En el Mundial Italia 1934, Mussolini manejó los hilos con la complicidad callada pero efectiva del capitoste de la FIFA, el francés Jules Rimet, quien reinaría de 1921 a 1954. Le tocó el cierre de ojos ante las amenazas del Duce a sus jugadores, y las presiones nada sutiles sobre los checos, los mejores del certamen con la España del Divino Zamora y la Austria del Mozart del Fútbol, Mathías Sindelar, y ante la ausente “presencia” de una Argentina que llevó un equipito de suplentes. A españoles y austríacos los masacraron los tanos en la primera fase con la ayuda de 4 latinos, entre ellos Luis Monti, impenitente dador de coces. En la final, las víctimas fueron los checos. E Italia fue el segundo campeón.
En el Mundial Alemania 1954, el sacrificado ante la ceguera de Rimet fue Hungría, uno de los mejores cuadros que hayan pisado una cancha de fútbol, que despachó con goleada al inicio a la Alemania Federal, y luego cayera ante la misma 3 por 2 en una final que todavía nadie se explica. Tal vez Monsieur Rimet tenga la respuesta pero ya no está con nosotros para preguntarle.
Lo de 1978 y la victoria argentina, merecida, también tuvo su leyenda negra, a buena cuenta del Dictador Jorge Videla, quien hizo una amistosa visita de cortesía al equipo peruano antes del partido contra Argentina, que definiría entre gauchos y cariocas el paso a las finales. La FIFA, de nuevo, se hizo la ciega y la sorda, aunque el Jefe ya era, curiosamente, el brasileño Joäo Havelange, quien durante 24 años, hasta 1998, convirtió a la benemérita institución en una fiel copia de la Cosa Nostra, con la ayuda de su asesor de imagen, el inefable Pelé.
Y ahora, en manos del suizo Joseph Blatter, “ciudadano por sobre toda sospecha” como diría el autor de un librito casi homónimo, Jean Ziegler, la Multinacional del redondo negocio se prepara para ejercer durante 32 días el control del Mundial 2014, además de la Presidencia del Brasil, a fin de que los 4 mil millones de dólares que esperan recibir a cuenta del astronómico costo de las entradas, de los exorbitantes derechos de trasmisión televisiva y de la exoneración de impuestos a los auspiciantes Coca-Cola, McDonalds, Budweiser, Hyunday, etc., entren directo a las arcas de la FIFA.
Coletilla: Ella es la beneficiaria del enorme negocio, con el sudor de los que se juegan el físico en la cancha, los jugadores. Y entre las penurias del pueblo brasileño. Lo de menos para Blatter, Pelé y sus amiguetes, que se ubican en el Palco Principal. Pues en este tinglado sólo hay un inocente: la más hermosa, lúdica y noble actividad humana, después del sexo: el fútbol.


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