domingo, 13 de abril de 2014

Yasuní A, B, y C…

Ante la polémica por el Yasuní, y mi nota en Facebook que enfureció al fundamentalismo ecológico que llegó tarde a las clases de comprensión de lectura, les comparto en mi blog 3 artículos que publiqué sobre Yasuní el año pasado. A lo mejor se enojan más. Ahí van con todo cariño y respeto NATURAL.


ENTRELINEAS
Por Omar Ospina García

Yasuní A y B…
         Tengo la impresión de que al presentar el Plan Yasuní ITT de conservación de esa reserva biológica natural y espacio humano respetable y protegible, el Presidente Correa, que ingenuo no es, tuvo un exceso de confianza en el sistema económico capitalista: creyó que al mundo industrial desarrollado le importaba el Medio Ambiente. Se equivocó. Nunca les ha importado a las naciones desarrolladas la suerte del planeta. Si por ellas fuera y si por sus dirigentes fuera, tendrían al planeta peor que un queso gruyere. Y jamás habrían implementado medidas de seguridad para sus trabajadores, ni habría muestras de protección ambiental, cuidado de fuentes hídricas, reducción de gases contaminantes o una mínima precaución en la emisión de venenos. Nada de ello se ha logrado sin luchar.
         Conocedor de esa realidad, y de la codicia de ese mundo desarrollado, el Presidente tuvo la precaución de guardarse un as. Y ni siquiera lo escondió bajo la manga sino que lo exhibió: si no hay apoyo mundial a la iniciativa, existe un Plan B: explotar las reservas de petróleo del Yasuní. Precaución que el fundamentalismo ecológico y los críticos del gobierno haga lo que haga, consideran perversa traición a los principios ecologistas de la Constitución de Montecristi.
Creo, sin embargo, que la intención era que los países depredadores –algunos no han firmado ni ratificado los Convenios de protección de la naturaleza y EE UU no ratifica el Protocolo de Kioto desde 1997–, entendieran que si al mundo desarrollado no le importa el cuidado del medio ambiente, los países en desarrollo no tienen por qué condenar a sus poblaciones a la marginación y a la pobreza, cuidando hasta el extremo de la inacción y de la preservación per se, un medio ambiente, una ecología, una atmósfera que es nuestra pero sirve al planeta entero.
Europa y América del Norte cuidan –no lo suficiente– su medio ambiente. Sus parques naturales son intocables. Han explotado su territorio en busca de minerales e hidrocarburos hasta límites imposibles de sostener, y en algo protegen lo que les ha quedado de naturaleza virgen o, al menos, no depredada. Lo cual no obsta para que extraigan petróleo de donde lo haya, como de las arenas bituminosas del norte, o de los abismos de Alaska y el Ártico, incluso potenciando el deshielo.
Al mundo desarrollado industrial, comercial y militar no le importan las aves, mamíferos, insectos o flores del Trópico, como no sea para su aprovechamiento o distracción. Le importan el petróleo, el oro, el cobre, el uranio, el litio, el coltán y las especies vegetales de las que puedan extraer materias primas y sustancias naturales para su industria química y farmacéutica. Y mascotas para sus zoos privados, como tigres, boas, pitones, panteras y toda clase de animales exóticos. No importan ya negros del África ni indígenas amazónicos para exhibirlos porque la opinión mundial no sería favorable. La teve, y peor el internet y las redes sociales, molestan mucho… Así que ya no hay jaulas para exhibirlos. Van solitos a los Reality Shows y a MTV. Pregúntenle a Delfín Quishpe…
De manera que Ecuador, como cualquiera otra nación del planeta, tiene que vivir de sus recursos: humanos, naturales, intelectuales. Por eso se llaman Recursos. Porque a ellos se recurre cuando se necesita. Si no fueran aprovechables sino conservables bajo 7 llaves, no serían recursos sino Tesoros. Pero su aprovechamiento no puede, tampoco, ser abuso. Hay alternativas. Pero ese, es otro tema.


ENTRELÍNEAS
Por Omar Ospina García

Yasuní, Plan B.
         Una de las razones para echar atrás la idea de no explotar el petróleo del Yasuní, consistió en que los países desarrollados que apoyaron y ofrecieron algunos millones de dólares, quisieron imponer condiciones inadmisibles para cualquier nación independiente. Lo que recuerda las “ayudas” de la Alianza para el Progreso y afines: “aportaban” x dinero pero los insumos necesarios debían ser adquiridos a empresas gringas, transportados en buques ídem y los proyectos manejados por sus técnicos. Ayuda con piola que reintegraba al generoso filántropo la mayor parte de los “aportes” en forma de utilidades, regalías, fletes y salarios. El gobierno hizo bien negándose a considerar tan altruistas imposiciones.
         Eso ya es historia así que vamos al Plan B. La extracción de hidrocarburos en zonas biológicamente ricas se debate entre dos extremos: El de las petroleras, que se definiría por perforar detrás de cada piedra y extraer lo más pronto el crudo existente; y el de los ambientalistas extremos para quienes entrar a una reserva natural –excepto ellos– es un pecado capital, ya sea un ingeniero de minas que hace prospección, o un turista que va a ver pájaros, reptiles e insectos que sólo ha visto en fotos o pinchados con alfileres en el Museo de Historia Natural.
         La cruda realidad es que un país amazónico (reserva de bioma y oxígeno) y paramuno (reserva de agua) necesita para crecer, desarrollarse y construir una digna realidad para sus habitantes, dos cosas: Primera, cuidar y proteger esas riquezas naturales puesto que sin flora, fauna, oxígeno y agua, no hay vida; y, segunda, aprovechar los recursos que esas regiones albergan, explotarlos racionalmente y obtener las divisas que requiere su desarrollo, ya sea capitalista con seguridad jurídica y económica para las empresas, o socialista con seguridad alimentaria, educativa, salutífera y social para sus gentes. Pero ambas cosas, aparentemente incompatibles, pueden coexistir. Tienen que coexistir. La una sin la otra no son posibles pues las naciones necesitan de ambas para progresar y vivir en dignidad.
         Y como nada se da sin sacrificios, hay que explotar el crudo y sacar el oro, el cobre, el litio y el uranio desde la Cordillera del Cóndor hasta el Carchi, con una tecnología que permita no afectar el medio ambiente natural en exceso. Pues hay un hecho incuestionable: no hay minería limpia ni extracción de crudos que no deteriore el medio ambiente. Por eso debemos tener una legislación que impida el abuso, la sobreexplotación, la irresponsabilidad en el manejo de los suelos y el aire. Los ejemplos de explotación petrolífera y de minería de cielo abierto o de socavón, indican que son depredadoras en mayor o menor grado dependiendo de las leyes que las regulen, y de su aplicación y vigilancia.
         Lo terrible, por otra parte, es que la minería jamás ha producido riqueza para los pueblos de las naciones ricas en minerales, sino pobreza, marginación, enfermedades y pésima calidad de vida. Se han enriquecido las multinacionales del metal y del crudo, pero se han empobrecido suelos y pueblos desde Sierra Leona y el Congo, hasta Brasil y Nambija. Que la Minería remplaza los minerales por miseria y desolación, es una constante universal. Entonces, al menos tales riquezas deberían ser, siempre, explotadas y administradas por el Estado.
Coletilla: 1) Aquello se tiene que evitar. Así haya que sacrificar en algo la Seguridad Jurídica, en aras de un poco de Seguridad Humana y Ambiental. 2) Hay alternativas a la minería y al petróleo… Lo veremos en Yasuní Plan C…


ENTRELÍNEAS
Por Omar Ospina García

Yasuní, ¿Plan C?
Ecuador es rico en recursos naturales en suelo, subsuelo y espacio exterior. Sí, ahí arriba de los techos, a casi 40 mil kilómetros de la superficie del planeta y por el simple factor geográfico e histórico de estar situado en el Ecuador terrestre, Ecuador comparte con Brasil, Colombia, Congo, Gabón, Indonesia, Kenia, Somalia, Uganda y Zaire una franja orbital ecuatorial. Esa franja sólo pasa por sobre los países mencionados y atraviesa los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, sobre aguas internacionales que no pertenecen a nadie en particular sino a todas las naciones que componen el ancho mundo.
Tan privilegiada zona o franja espacial es el único lugar desde donde pueden operar los satélites que ofrecen el servicio –cobrado y pagado– de televisión, comunicaciones, telefonía satelital, meteorología, observación y hasta espionaje, como sabemos. Es un recurso natural no renovable sino permanente: nunca dejará de estar allí. Pero que sí es, en cambio, saturable por exceso de artefactos. No tienen que adivinar de qué países son la gran mayoría de los satélites que por allí transitan, giran o permanecen inmóviles otorgando a sus países y empresas propietarias, un derecho de tránsito, ubicación y uso que, hasta dónde sé, no causa arrendamiento ni canon alguno a los países cuya órbita utilizan. Quizás me equivoco.
Así pues, no son apenas los yacimientos petrolíferos ni los metales preciosos o útiles que alberga el subsuelo, la única fuente de recursos económicos de la que el país dispone para desarrollarse, combatir la pobreza y darles a sus habitantes la salud, la educación, las comunicaciones y las obras públicas a que tienen derecho. Todos. No la minoría privilegiada. Sin embargo, esos recursos del subsuelo no pueden ser sólo para guardarlos como tesoro intocable sino para utilizarlos de manera racional, cuidadosa, no agresiva con el medio ambiente total ni con el entorno geográfico y físico en el que se ubican.
Mas, para no entrar a saco en la explotación de tales recursos minerales e hidrocarburíferos, vale la pena considerar otras fuentes de ingresos al Erario, primordiales, adicionales y complementarias. La primera de ellas, extender más la cobertura del cobro de impuestos que debemos pagar al Estado por el hecho de vivir en su suelo y utilizarlo como fuente de ingresos. Habiendo extendido el SRI como nunca antes ese cobro, son todavía muchos los que evaden el pago de tributos que la nación tiene derecho de cobrar para beneficio de toda la población.
Otro renglón de ingresos es, pues quienes abogamos por la no explotación del petróleo del Yasuní y de los metales de la Cordillera del Cóndor tenemos que hacer algún sacrificio para que ello no ocurra, la eliminación de los subsidios al gas y a los combustibles. Y ni siquiera eliminarlos sino focalizarlos hacia el transporte público y las clases menos favorecidas, cuidando de que no se desvíen hacia las piscinas temperadas ni los autos privados. Cosa que se consigue con vigilancia estricta del uso por sus beneficiarios subsidiados. Otros ingresos pueden venir de eliminar las mafias fronterizas de contrabando hacia Colombia y Perú, mafias tan ecuatorianas como de los otros dos países. Si al sur y al norte nos compran gas, diesel y gasolina baratos por las trochas, es porque aquí alguien los vende barato y por las trochas.
Coletilla: ¿No sería de cobrarles a los dueños de los satélites espías un canon por ejercer el espionaje? Y ya hablaremos de otros rubros: el Turismo selvático y las comunicaciones celuláricas.

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