De nuevo al Cosmos
Hace más de tres décadas, el científico y divulgador Carl Sagan
sorprendió al mundo con una serie de divulgación científica que parecía más bien
un filme de Ciencia Ficción, género que por cierto no le gustaba mucho por sus
errores, que él detectaba como nadie porque sabía de lo que hablaba. Su hijo
recuerda que en “La Guerra de las Galaxias”, Han Solo presumía de haber hecho
el Kessel Run, esa ruta de contrabandistas que recorría habitualmente Harrison
Ford, en doce “parsecs”, unidad no de tiempo sino de distancia. “Podrían
intentar aplicar la ciencia correctamente”, dijo en velada crítica a George
Lucas y sus investigadores. No sé si le hicieron caso. La gustaban la búsqueda
de la Verdad, la exactitud en las informaciones, la precisión en los datos
científicos. Cosa un tanto inusual en las comunicaciones modernas.
La Serie, producida en 1978 y 79, tuvo un par de actualizaciones en
1989 y 2000, cuando pasó a formato DVD y se retrasmitió en The Science Channel
en 2005, con motivo de sus bodas de plata. Anoto que en la revisión de 1989 le
fue agregada una entrevista entre Sagan y Ted Turner, dueño de CNN, a manera de
Capitulo 14, lo que desvirtuaba lo que pienso era un rechazo de Sagan a toda
clase de supersticiones: “Cosmos, Un viaje personal”, tenía 13 episodios… Pero
en la televisión manda el rating y
Turner no sabrá nada de ciencia pero sabe mucho de negocios. Debió pensar que
los “13” episodios alejarían a los supersticiosos tanto como su contenido
científico y desmitificador alejó a no pocos creacionistas.
Hoy, cuando los avances de la astrofísica, de la cosmología y, en fin,
de las ciencias en general, han contribuido a la desactualización de la vieja
Epopeya, el antiguo productor Steven Soter y la viuda de Sagan y coguionista de
la serie, Ann Druyan, se unen de nuevo para reeditar Cosmos y mantener lo que
era obsesión del científico creador de la serie. Que la información y los datos
sean veraces, precisos, exactos. La ciencia no ofrece dogmas indiscutibles sino
hipótesis, postulados, teorías e incluso leyes que tienen que ser revisadas,
actualizadas y hasta contradichas cuando es necesario, en su permanente lucha
por encontrar respuestas a las grandes preguntas que sobre el Universo y la
naturaleza –amén de sobre sus propios orígenes– se hace esa parte de la
humanidad no satisfecha con “verdades absolutas e inmodificables”.
Por cierto, el presentador de esta nueva versión de la serie, que hoy
se denomina “Cosmos, una Odisea por el Tiempo y el Espacio”, es un antiguo
alumno de Sagan, el científico y divulgador Neil de Grasse Tyson. No resulta
inútil mencionar para puristas y creyentes, que un programa científico como
este y otros de los canales de cable –no tienen cabida en la teve nacional por
falta de rating– no es remplazo de estudios profundos y serios sobre cuestiones
científicas. Pero sí es un estupendo auxiliar para que el grueso público, que
no tiene que ser Astrofísico, biólogo o Físico Molecular, se entere de algunas
verdades comprobables y, sobre todo, revisables, como contrapeso a las verdades
absolutas que se deben aceptar “porque sí”, porque son palabra sagrada en el
Libro ídem.
Coletilla: No resulta extraño que varias sectas cristianas en EEUU y
en Europa, se estén quejando de que la nueva Serie Cosmos incurre en los mismos
“pecados” de la anterior: “perseguir la religión”. En realidad, tanto la
ciencia como la serie que la difunde y la promueve, lo único que persiguen es
la siempre lejana, molesta y elusiva verdad. Eso nada más.
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