domingo, 6 de abril de 2014

Facebook, twitter y espejos

ENTRELÍNEAS
Por Omar Ospina García

Facebook, twitter…  
         Quizá no haya en la historia de la humanidad ciencias más dinámicas, más innovadoras que las ciencias de la comunicación, sobre todo en los últimos siglos a partir de la invención de la imprenta moderna de tipos móviles en 1440 por don Juan de Gutemberg. Quien dio a la cultura occidental una nueva y eficiente manera de comunicar el pensamiento, cosa que ya habían hecho los chinos en el siglo XI y los coreanos en el XII, aunque sin mucho uso práctico tal vez por la dificultad que encierra el uso de la multiplicad de caracteres que lo ideogramas chinos requieren para su comprensión.
         A partir de entonces, las comunicaciones parecieron estancarse hasta el Siglo XVIII, cuando la irrupción del telégrafo de Jean Antoine Nollet en 1746 y sus posteriores avances, la creación del Código Morse, la invención del teléfono en 1857 por Antonio Meucci, invento patentado o sea usufructuado por Alexander Graham Bell desde 1876, empezaron un proceso de desarrollo tecnológico que incluyó el fax o sea la trasmisión de signos y gráficos.
La radio en los años 30 del siglo XX, le dio a la comunicación de ideas, proclamas, filosofías y propaganda una difusión que ya tenía visos de masiva. Y que fue utilizada sin muchos reparos éticos por el fascismo, el comunismo y, por cierto, la Democracia al uso occidental, algo más sutil pero igualmente perniciosa y manipuladora en el uso del mensaje. Luego vendría la televisión en su formato electrónico, mas eficiente que el mecánico inducido por el disco de Nipkow en 1910, que adolecía de serias limitaciones de trasmisión y reproducción. La modalidad electrónica dio lugar a las primeras trasmisiones públicas por la BBC de Londres, en 1927, y las cadenas CBS y NBC en los EE UU en 1930.
         Pero, sin duda, el mayor salto tecnológico y desde luego de utilización practica individual, social y política, vino con la Red Internet, en cuyas posibilidades de comunicación podían ya abarcar el planeta entero, desde sus orígenes en 1969 con la conexión Arpanet entre computadoras. Poco después salta al Cyberespacio el jovenzuelo Marck Zuckelberg con su red Facebook, esa sí de comunicación inmediata y simultánea entre emisores-receptores ubicados en distintos y extremos lugares del planeta. Y que de alguna manera es el nuevo gadgjet o artilugio tecnológico que tiene a medio mundo pegado a la pantalla del computador, la Tablet o el Smartphone, casi 24 horas al día. Es la nueva manera de encadenar a un vasto conglomerado de usuarios en todos los idiomas, digamos, cultos, a las ubicuas Oficinas del Gran Hermano.
        Con tales posibilidades comunicacionales y de información parecería que Facebook es una ventana al debate, al cruce de ideas, a la confrontación del pensamiento, es decir, a una mejor comprensión de los hechos y de las conductas humanas, lo que debería llevar a la humanidad a un mayor –y mejor– grado de civilización y entendimiento. Pero no ha sido así, de lo que se observa a diario en el cruce palabras, frases, ideas y conceptos entre internautas. El Facebook, en lugar de una plataforma de entendimiento es una brillante superficie en la que se refleja el ego aumentado de cada internauta, que en su gran mayoría pretenden, a cuenta de la enorme facilidad de intercambio de ideas, imponer las suyas a los demás sin beneficio de inventario por parte del receptor.
Si observan con atención los “debates” en la Red Facebook, se darán cuenta de que casi nadie lee y menos trata de entender el aporte de los demás al tema que se discute, cualquiera que sea. Cada quien ignora lo que el otro pretende decir, asume sin analizar que el otro está equivocado, y procede a descalificar, injuriar, insultar o, en el mejor de los casos, a enrostrarle a su contraparte el tamaño de su equivocación porque, no faltaba más, la razón esta siempre del lado de acá, de emisor de criterios, consignas, juicios y dictámenes sin apelación posible. Es una especie de Sala de Espejos en donde cada quien ve reflejado su yo, magnificado, excluyente, incontrovertible.
Coletilla: El Facebook está demostrando que la intolerancia y la falta de empatía, incomunican a pesar de su facilidad de comunicar. Y que hay dos clases de debate inútil: el que se produce entre quienes están de acuerdo en todo, y el que se produce entre quienes, cada quien por su lado, está convencido de ser el dueño de la verdad y que el resto del mundo está errado.


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