De la inútil Cultura
Hace mucho reflexiono sobre la “utilidad” de la Cultura (con las
mayúsculas que requiere la diferencia entre “lo que hace el ser humano para
modificar la naturaleza”, y lo que hace para darle sentido a la vida). Lo hago
inducido por el desgaste de editar en un medio mercantilista hasta la náusea,
una Revista dedicada a “esa” cultura. Y hacerlo por doce años con el casi único
–y parco– auspicio de unos pocos Entes estatales, a los que agradezco, y con la
indiferencia casi total de la empresa privada que no ve en una revista de ese
tipo “un retorno adecuado de la inversión publicitaria”. Pero critica que se acuda
al Estado para sostener un esfuerzo editorial que, ¡gran error!, no tiene ánimo
de lucro.
Pero un libro acude
en mi ayuda: La utilidad de lo inútil,
de Nuccio Ordine, filósofo de la U. de Calabria. Ordine cita a Víctor Hugo,
quien, en 1848, decía: “Las reducciones propuestas en el presupuesto especial
de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Son
insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los
demás puntos de vista”. No es nuevo, pues, el desdén para con la cultura de
casi todos los Estados, y de una actividad privada que reniega de lo que no
produzca renta. Como si ello diera sentido a la existencia. Cedo el espacio a
Ordine. No podría yo expresar mejor tan “inútiles reflexiones”
«El
oxímoron evocado por el título La utilidad de lo inútil merece una aclaración.
La paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma
en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en
general, todos los saberes que no producen beneficios. En una acepción muy
distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis
reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es
del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. Existen saberes que son
fines por sí mismos y que —precisamente por su naturaleza gratuita y
desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial— pueden ejercer un
papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y
cultural de la humanidad.
«En
este contexto, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos
mejores. Pero la lógica del beneficio mina por la base las instituciones
(escuelas, universidades, centros de investigación, laboratorios, museos,
bibliotecas, archivos) y las disciplinas (humanísticas y científicas) cuyo valor
debería coincidir con el saber en sí, independientemente de la capacidad
de producir ganancias inmediatas o beneficios prácticos.
«Ahora
me interesa subrayar la vital importancia de aquellos valores que no se pueden pesar y medir con instrumentos
ajustados para evaluar la quantitas y no la qualitas. Y, al mismo tiempo, reivindicar el
carácter fundamental de las inversiones que generan retornos no inmediatos y,
sobre todo, no monetizables. El saber constituye por sí mismo un obstáculo
contra el delirio de omnipotencia del dinero y el
utilitarismo. Todo puede comprarse, es cierto. (…) Todo tiene un precio.
Pero no el conocimiento: el precio que debe pagarse por conocer es de una
naturaleza muy distinta».
Coletilla: Agrega Ordine: "La cultura es un
esfuerzo personal que nadie puede hacer en nuestro lugar. No podemos estar
orgullosos de lo que sabemos sino del esfuerzo que nos ha costado
saberlo". Y otro “pensador inútil”,
don Miguel de Montaigne, postula: “es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices”. Y lo que nos hace humanos, agregaría yo con
respeto por el gran ensayista.
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