sábado, 12 de abril de 2014

Intelligence…

Esta es una versión ampliada de mi artículo de ayer en HOY. Los diarios exigen un máximo de caracteres pero a ratos es necesario decir algo más. Lo hago aquí donde el espacio lo decido yo. Y ojalá comenten…

ENTRELÍNEAS
Por Omar Ospina García

Intelligence…
Veo sí o sí las series gringas de suspenso, intriga, crímenes espeluznantes y conspiraciones de alto vuelo. Son estupendas. Me decía Javier Vásconez hace poco que el cine, como espectáculo, es gringo. Directores, actores y guionistas hacen cine para que la gente se entretenga y pase un buen rato. Son cineastas que viven por y para el cine como entretenimiento y empresa. Es su trabajo profesional, su oficio. Estoy de acuerdo. Lo que no impide que, cuando se les ocurre hacer una película fuera de serie, inteligente, intelectualmente elaborada, “comprometida”, lo hagan también. Sin perjuicio de que sea, además, entretenida. Cisne negro, Inside Job o El informe Pelíkano, por ejemplo.
Agregaba Javier que en Europa y a veces en Asia o América Latina, hacen cine artistas, intelectuales y pensadores en busca de la Obra Maestra o, al menos, de la película de Culto para un reducido número de amigos que no la olvidarán y la repetirán a menudo. Y es cierto. Yo mismo he visto demasiadas veces El Acorazado Potemkim, El manantial de la doncella, El séptimo Sello, El ladrón de bicicletas, Historia de O y hasta La Historia Oficial y El pagador de Promesas. Es un ejercicio intelectual que se hace para sentirse inteligente. Aunque uno crea que lo es, hay que “sentirse”…
Pero el cine gringo le gusta a “todo el mundo”. Incluidos los “intelectuales”, aunque no lo reconozcan. Algo así como lo que ocurre con Julio Iglesias, por ejemplo: nos gusta pero a la chita callando… que no se enteren. Yo lo reconozco sin rubores y, por eso, a partir de las 9 de la noche, me sumerjo en los tremebundos intríngulis forenses de la bella y ingenuamente racionalista (no cacha un chiste ni dibujándolo) doctora Brennan en Bones; en las intrigas de la sexideseable Jennifer Gardner en Alias; en las conspiraciones que arman los malos para que se luzca Kiefer Shuterland en 24; en los crímenes que desentraña Marck Harmond como Leroy Gibbs en NCIS (me encanta Pauley Perrette como la Gótica Abby); en las maquinaciones que descubre la guapa y excitante Poppy Montgomery como Carrie Wells, apoyada en su envidiable y divertida memoria fotoeidética, en Unforgettable; en las manipulaciones del estupendo James Spader como ex criminal hecho Consejero de una Agencia, en Blacklist; en el trabajo detectivesco de William Petersen como Grissom en CSI Las Vegas.
Pero el Imperio no da puntada sin dedal. El jueves en la noche vi un episodio de Intelligence, estupenda serie que es una exhibición de tecnología cibernética alucinante. Al protagonista, Josh Holloway como Gabriel Vaughn, le han implantado, aprovechando una “anomalía evolutiva” que “padece”, un chip en el cerebro que le permite acceder a la comunicación mundial que pasa a través de los satélites. Un Súper Espía que no necesita invadir oficinas pistola y cámara en mano para enterarse de los secretos que circulan en las computadoras del alto gobierno y las agencias de seguridad. Matta Hari sin pestañina, escote al ombligo ni sexo, pero mil veces más eficiente.
El episodio alude a una conspiración en Bolivia. El Presidente socialista Cañizares (¿Evo?) asesina opositores para perpetuarse en el poder, como cualquier Fidel Castro o, para estar a tono, como el Maduro de turno. Y contrata a un infalible francotirador que ya se ha “encargado” de tres. Así que el Súper Espía va a Bolivia a pescar al asesino y a “Salvar la Democracia”. Pero el fulano es otro Agente de la CIA, y ha descubierto que los asesinos son la esposa del Presidente, y su hermano, complotados para matar al candidato “amigo” de la Casa Blanca –y de paso al Secretario de Estado de visita para la ocasión– y mantener en Bolivia la oprobiosa Dictadura Socialista. Triunfan los “buenos”, los hermanos “terroristas” acaban muertos, vienen las elecciones y, por supuesto, ganará el candidato “amigo” para que regrese la Democracia, se fortalezca el Libre Mercado y se respete de nuevo la Libertad de Expresión made in usa. No recuerdo si se llamaba Lucio…

Coletilla. Seguiré viendo series gringas. Bien hechas y mejor actuadas, están lejos de nuestros dramitas tipo talk show de a luca. Pero se me ocurre que, teve mediante, nos están preparando –y justificándose al paso– para el próximo paso de la Geopolítica Imperial: “Salvarnos” de las tiranías y dictaduras que se empeñan en proliferar en América Latina para gobernar, no “en nombre del pueblo” sino para el pueblo, mediante elecciones fraudulentas, claro. América para los americanos, vuelve y juega. El litio boliviano ya está a salvo. Faltan el petróleo venezolano y el uranio ecuatoriano. Será en los siguientes episodios…

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