En varias ocasiones he escrito, a propósito de un tema que puse en el muro y que repito aquí para justificar lo que sigue:
«En la historia de las letras hay libros que han determinado mucho del pensamiento de la humanidad, diría que de mala manera. Y de mala manera no porque se los haya leído sino porque se los ha leído mal, entendido peor, e interpretado acomodaticiamente de acuerdo con los intereses de cada quien o de cada partido político o secta religiosa. Son: La Biblia, que cuando conviene es literal y cuando no es metafórica; la Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, cuyo sentido han degradado el Capitalismo y su excrecencia el Neoliberalismo; y el Capital, de Karl Marx, que el stalinismo redujo a su mínima y más burda expresión práctica. Bueno, pues se agrega otro: Las venas abiertas de América Latina. Los cuatro parecen teléfono de Call Girl… todo el mundo los apunta… pero los marca mal y contestan de la Carnicería… Habrá que escribir sobre el asunto y empezaré por el último… Dejo este párrafo como anzuelo… jeje».
Decía que he escrito algunas veces que los desastres de la Praxis del Capitalismo y del Comunismo se han debido a la mala lectura de los libros básicos de los dos sistemas económicos: "La Riqueza de las Naciones" de Adam Smith, y "El Capital" de Karl Marx. Lo he dicho recordando mis viejos estudios de Teoría Económica en que hube de enfrentar ambos textos, y a las lecturas posteriores muy episódicas de ambos, porque son densos y nada fáciles de digerir. Y ayer, en Rayuela, encontré un libro del más importante historiador del siglo XX, Eric Hobsbawm, de quien no había leído nada aunque sabía de su importancia historiográfica: "Cómo cambiar el mundo", y en cuya página 20 encontré este párrafo:
«… el reciente debate entre neoliberales económicos y su críticos sobre el papel de las empresas públicas y del Estado, en principio, no es un debate específicamente marxista y ni siquiera socialista. Descansa en el intento desde la década de 1970 de trasladar una degeneración patológica del principio de laissez-faire a la realidad económica mediante el repliegue sistemático de los estados ante cualquier regulación o control de las actividades de empresas lucrativas. Este intento de transferir la sociedad humana al mercado (supuestamente) autocontrolado que maximiza la riqueza e incluso el bienestar, (mercado) poblado (supuestamente) por actores en busca de sus propios intereses, no tenía precedente en ninguna fase anterior del desarrollo capitalista en ninguna economía desarrollada, ni siquiera en EE.UU. Era una "reductio ad absurdum" de lo que sus ideólogos leyeron en Adam Smith, igual que lo era la equivalente economía dirigida extremista de la URSS planificada al cien por cien por el Estado, de lo que los bolcheviques leyeron en Marx. No es de sorprender que este “fundamentalismo de mercado”, más cercano a la ideología que a la realidad económica, también fracasase”.
Debo decir, con algo de vanidad, que es muy gratificante encontrar que lo que uno intuye a partir de lecturas desordenadas y dispersas, de repente está confirmado por una Autoridad mayor en el asunto. Gracias a don Eric, esté donde esté… (qepd).
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