Artículo en diario HOY, de Quito, en mayo 18 de 2014.
Pensaba
referirme a la “rectificación” de Eduardo Galeano a Las venas abiertas…, que tiene bailando en una patica a la derecha
criolla fiel seguidora de la imperialista causante de los despojos y abusos que
allí se narran, y a la izquierdita arrepentida que resignó sus viejas utopías
cuando se cayó el Muro y se le acabaron los viajes a Europa Este y las becas en
la Patricio Lumumba. Ahí se pasó con todo y trebejos a la derecha neoliberal de
la mano de sus nuevos ideólogos, el trío del Manual del perfecto “Montaner” latinoamericano. Caray, cambiar a Saint-Simon
y a Fourier, a Marx, Engels y Gramsci por Vargas Llosa, Openheimer y Montaner,
requiere mucho descaro intelectual y bastante desvergüenza política.
Pero hoy, a ocho días de las elecciones en Colombia, se impone una
mirada sobre las últimas y protervas estrategias electoreras del uribismo. El
escándalo estalló hace un par de semanas, oportunamente un mes antes de los
comicios, desde el piquito trinador del ex Presidente Uribe. Según él, J.J.
Rendón, Gran Gurú de la ultraderecha de América Latina y no muy antiguo
consejero suyo, habría recibido dinero del narcotráfico para lograr contactos
con el Presidente Santos, con miras a la entrega y rendición a la justicia del
grueso del cartel, a condición de que se incluyeran sus familias y no hubiese
extradiciones a EE.UU.
Los contactos fueron a través del Asesor Político de Santos, Germán
Chica, con apoyo de Francisco Galán, ex ELN, y dos abogados. No hay problema. Un
contacto con el Gobierno lo hace cualquiera con buenas o malas intenciones,
porque éstas no son materia de juicio. El delito se configura si hay dinero de
por medio para sobornos, pago de influencias y otras minucias. Y, al parecer, hubo
doce millones de dólares, entregados a JJ Rendón. Pero este se desmonta por las
orejas y dice que el dinero quedó en poder de los abogados y del Consejero
Chica.
Pastel ni pintado para el ingreso en esa jaula de intermediarios del titiritero
mayor, Álvaro Uribe. Quien aprovecha para insinuar algo que sabía y ocultó
hasta una mejor oportunidad (complicidad u obstrucción), o se lo inventó (calumnia)
con el mismo protervo propósito: que de esa suma la campaña Santos/2010 habría
recibido dos millones de dólares. Así le pone palos en la rueda a la reelección
de su antiguo aliado –entre traidores se entienden– y torpedea el Proceso de
Paz. Lo que más le interesa para recuperar lo que ansía como político ambicioso
y corrupto, hoy huérfano de poder real, y terrateniente ansioso de comer tierra
con más apetito que Rebeca Buendía: la Presidencia con testaferro.
Uribe sabía que lo acusarían de calumnia e injuria pero el perro quedaría
suelto. Alega falta de garantías, se resiste a citaciones y audiencias, acude sin
pruebas, recusa al Fiscal General… y se pone en manos de su aliado el
Procurador Ordóñez, de su misma cauda de camanduleros. Y este le brinda la
cereza del pastel: lo cita a presentar pruebas, después de las
elecciones… Cuando ya p’a qué. Todo este tinglado de miserias e infamias
no tendría espacio si el Presidente Santos, antes de que se le creciera el
enano al circo de la política, hubiera soltado de su generosa e interesada
protección el ex presidente sindicado de delitos de guerra, y lo hubiera puesto
en manos de la Corte Penal Internacional.
Coletilla: Pero ya es tarde… a no ser que gane y haga lo que debe
hacer para cumplir su ambición de pasar a la Historia: llevar a Colombia hacia
la Paz y meter entre rejas al más nefasto mandatario de la historia política de
Colombia.
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