lunes, 4 de agosto de 2014

Otras frases perversas… o cínicas

Un asiduo usuario, casi habitante de Facebook, tiene razón en su oportuna sugerencia: hay otras frases, aparte de las mencionadas en el articulo anterior –Con todo respeto, Negocios son negocios, Nada personal–, que tienen un valor –o desvalor– más allá de su componente psicológico: son brutalmente perversas y malvadas. Inhumanas diría, si el comportamiento de la humanidad a lo largo de la historia no fuera tan cruel y depravado como ha sido, sobre todo desde la aparición de las religiones monoteístas, tan proclives al fanatismo.
Y no porque no hubiera guerras, matanzas y crímenes antes de ellas, que los hubo. Sin embargo, no fueron por imponer dogmas y dioses a los infieles sino por causas más pedestres y conversables. Y hasta acordables, con algo de buena voluntad y sentido de las conveniencias mutuas: posesión de tierras, acuerdos de límites entre pueblos y naciones, explotación de recursos naturales, conquista y apresamiento de esclavos como albañiles constructores de pirámides y monumentos, en fin. Las cosas de comer, que son materia de negociación y acuerdo, no así las del “espíritu”, que son innegociables por dogmáticas.
La frase sugerida por el facebookero es, dice y concuerdo, la más perversa de todas porque implica inhumanidad, desprecio por el semejante, indolencia ante el sufrimiento y la muerte del “otro”: “Daños Colaterales”. Es, desde luego y como se aprecia a simple vista, un eufemismo. Y los eufemismos son, justamente, para esconder lo sucio y lo malvado. La palabra “colateral”, que proviene del latín medioeval con el significado de “adicional” o “sin intención”, se decantó en inglés con su primigenio sentido, pero se convirtió en perverso eufemismo en la cultura militarista norteamericana, sobre todo con ocasión de la Guerra de Vietnam, cuando los bombardeos al país asiático se salían de curso, muy a menudo, lo que hace presumir que no fueron “accidentes fortuitos” sino genocidio puro y duro, y dañaban a la población civil y a sus propiedades.
         El más vil y perverso ejemplo de “daños colaterales” fue, sin duda, el lanzamiento de las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki en un Japón ya vencido y rendido al final de la Segunda Guerra. ¿Las razones para una masacre de esas proporciones –220 mil muertos como efecto directo de las explosiones, y miles más después por los “efectos secundarios”, otra frase memorable por su perversidad– contra un país ya inofensivo? Son varias y la más socorrida es el llamado de atención a la Unión Soviética, entonces el enemigo a vencer por su irradiación de las funestas teorías comunistas entre las perfectas democracias occidentales. Otra razón no menos importante, el ensayo “in situ” y no en el desierto sino contra una población inerme –y lejana– , de la moderna tecnología de la guerra nuclear. Y, por cierto, informar al Mundo quien sería el Sheriff que guardaría el orden y “salvaría” la Democracia.
         Hoy, los daños colaterales contribuyen a la limpieza étnica que promueve el sionismo en Palestina, donde el gobierno de Tel Aviv masacra sin piedad a los habitantes de la Franja de Gaza, verdadera cárcel de la que no les es posible escapar ni siquiera refugiándose en edificios civiles y humanitarios. Situación que el gobierno sionista de Israel ha construido desde 1948, sin prisa pero sin pausa, para lograr su objetivo único: eliminar de la Tierra Palestina todo vestigio de población no judía, no israelí… Y si el Mundo Civilizado no se opone de verdad y con decisión, esa será la realidad en poco tiempo porque Israel ya tiene prisa en tomar posesión de una región que no les pertenece por dos razones: una histórica, otra religiosa. 
La histórica, que cuando llegaron los primeros antepasados judíos con Abraham a la cabeza, ahí ya estaban, con otros nombres, los pueblos antecesores de los palestinos de hoy. Y la religiosa, que el dios que supuestamente los eligió como "Su Pueblo", es un ser inexistente, inventado por ellos mismos para justificar el genocidio y el despojo. Porque de existir un Dios Creador de todo el universo conocido, ese Dios no tendría, no podría tener, "Pueblos Elegidos" de ninguna clase porque todos los pueblos del mundo serían sus hijos. La Ciencia y la investigación arqueológica y paleontológica nos han demostrado, con pruebas científicas irrefutables, que el mito de dioses creadores es una falacia monumental, una Gran Mentira. 
Coletilla: Escuelas, albergues y hospitales son blancos indiscriminados –Daños Colaterales– de los misiles israelíes, contra un pueblo sin país y sin nación, despojado en 1948 de la tierra de sus remotos ancestros, por un recién llegado con Decreto Divino en las manos. Y con la complicidad de Occidente y la venia de la ONU…

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