domingo, 13 de julio de 2014

ENTRELÍNEAS: Agresión en Palestina…

ENTRELÍNEAS 
Agresión en Palestina

         Prevalido de un mito convertido en dogma, “Pueblo Elegido por Dios” (un Dios inventado por la mitología judía para presentar como indiscutible tal “Elección”), y llevado con oportunismo a la Política con la connivencia y complicidad de las potencias occidentales, el Estado sionista de Israel masacra sin piedad a los palestinos en la estrecha Franja de Gaza, único y reducido espacio que le va quedando a la nación palestina luego de que en 1948 la ONU creara en su territorio un Estado judío.

         La historia, que no es dable recapitular, nos dice que mil quinientos años antes de que Abraham llegara a Hebrón, en tierras que hoy son la Cisjordania Palestina, ya vivían ahí los cananeos y otros pueblos árabes. Ese es el origen del pueblo palestino, que no se puede negar con el argumento de Marcos Agüinis (La Nación, de Bs.As.) de que el nombre Palestina apareció apenas con el Imperio Romano y fue certificado por otro Imperio, el Inglés, a mediados del siglo pasado. Y que, por tal razón, no existen Palestina por ser nomenclatura casi moderna, ni existe el pueblo palestino.

Lo dicho por Agüinis y los políticos sionistas del Israel moderno, en lo que no coinciden otros pensadores, políticos a intelectuales judíos tanto o más respetables como Noam Chomsky, Amos Oz y algunos más, equivaldría a pensar que en América no existían los pueblos nativos: mayas, lacandones, incas, chibchas, caribes, shuaras, kechuas, aymaras, guaraníes, mapuches, etc., sólo porque les cambiaron los nombres originarios por el nuevo de “americanos”. Una posición no sólo falaz, sino bastante estúpida por lo arbitraria y fanática, a pesar del innegable talento narrativo de Agüinis.

         El mundo entero, la ONU, la Corte Internacional de Justicia de la Haya, todas las naciones civilizadas, en fin, están en el deber y en la obligación ética y política de frenar el genocidio sionista contra el pueblo Palestino. Se debe revisar el asunto desde sus orígenes en 1948, y llegar ya al establecimiento de un Estado Palestino, con todos sus derechos y con todos sus deberes: Administrarse a sí mismo con absoluta independencia, y aceptar en iguales condiciones la existencia de un Estado Judío en un territorio que debe ser compartido por las dos naciones, por los dos pueblos. Aunque uno, con nombre cambiado de cananeo a palestino, sea muy anterior al que llegó del “Paraíso”, al sur de la vieja Mesopotamia, región “remota y oscura” según el filósofo e historiador G. W. Bush…

         A nadie con dos dedos de frente y un adarme de nobleza, se le ocurriría negar o alegrarse del holocausto judío, aunque los ultras nazis actuales (¿?) lo hagan. Pero la historicidad de ese genocidio y su carácter de crimen incalificable, no justifican que el Estado sionista continúe colgado de ese pretexto, para asesinar impunemente un pueblo indefenso. Que Hamas trate de contener la avalancha de bombardeos aéreos con cohetitos artesanales hechos en el garaje o en el patio y que ni siquiera estallan (casi nunca ocasionan una baja civil, menos aún algún soldado guarecido tras un bunker), no da derecho a una respuesta desigual y sangrienta como la que perpetra el Ejército israelí.


Coletilla: El pueblo judío ha dado a la humanidad hombres y mujeres maravillosos que en mucho han contribuido al avance la ciencia, la filosofía y el pensamiento. Los gobernantes sionistas de hoy, mancillan esa herencia, la degradan. El mundo, ayer solidario con Israel, es hoy su juez implacable. O debería, por respeto a esa herencia.

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