Escucho a menudo frases cuyo
significado se ha vuelto tan amorfo e insustancial por su uso y abuso, que uno
acaba por oírlas sin darles importancia. O eludiéndola por comodidad, por zalamería
o por temor al eventual poder de quien las dice. Pero la tienen. Y mucha. Muestran
todas una carga semántica de alto contenido ético, que debería exigir de quien
las diga un análisis a fondo de sus implicaciones; de si dice lo que piensa en
verdad o las pronuncia por seguir una moda o una costumbre. Me referiré a tres
que considero analizables por su sentido humano. O inhumano …
“Nada personal, sólo negocios”… es una de las
frases bandera del capitalismo salvaje. Del mundo de los negocios. El “sólo
negocios” descarta de entrada la condición humana de los negociantes, y sugiere
o posibilita que uno de los dos, el más fuerte, puede abusar del otro sin reatos
de conciencia. Elemento que no parece existir en el mundo crematístico, como decía
alguien de ingrato recuerdo, al menos para quienes creen que Business are
business… y lo demás no importa.
La frasecita se
originó en el país del culto al ganador, en esa cultura mercantilista que
desprecia al débil y abusa de su condición. Curiosamente, no nace en el Detroit
de la gran industria automovilística, ni en
el Wall Street de los negocios financieros y ni siquiera en Madison
Avenue, cuna de la publicidad. Sí en Nueva York, pero en el Nueva York de las “Familias”.
La acuña Otto Biederman u Otto Abbadabba, contador y alcahuete financiero del
gangster Dutch Schultz. A los dos los asesina Lucky Luciano en 1935, quizás por
“nada personal, sólo negocios”. La ética de los negocios parece asemejarse
bastante a la ética gangsgteril…
Otra de las
frases éticamente cuestionables y humanamente deplorables, es la archi repetida
“no es mi problema”. Muchos hemos tenido que oírla sin posibilidad de
argumentos. Si debe algo a alguien, tenga la seguridad de que ese acreedor,
cuando le cobre y usted no pueda pagar porque otro alguien le debe y no le
paga, le dirá con displicencia inhumana: Ese no es mi problema… Como si cada
persona en el mundo fuera un ser individual y único que no está vinculado a
nada ni a nadie. Lo que Sartre en La Náusea llama “un individuo sin mérito
colectivo”.
Pero ocurre
que nadie, aunque viva en una isla desierta, es un ser aislado de la humanidad
y de su entorno. El problema ajeno es también Mí problema, porque me atañe,
porque me afecta directa o indirectamente o porque, simplemente, el otro es mi
semejante, mi prójimo… Y, como dice Borges, lo que le ocurre a un hombre les
ocurre a todos los hombres… Pero la insensibilidad de la civilización (¡!)
moderna nos hace exclamar ante cualquier contingencia del “otro”: Ese no es mi
problema. No imagino frase más inhumana que esa…
Y ahora, no la
más antiética ni la más perversa, pero sí la más hipócrita: “Con todo respeto”…
Cuando alguien interviene en una discusión, entabla un debate o responde a un
requerimiento y empieza: “con todo respeto”, esté seguro de que lo espera un
sartal de improperios, una injuria, una calumnia o, por lo menos, un comentario
que lo hará quedar en ridículo, avergonzado y ofendido. Es el recurso hipócrita
de quien es incapaz de argumentar con civilidad, pero anticipa lo contrario:
Con todo respeto… y nos manda a la… Sí, allá…
Coletilla: Con
todo respeto les comento que el asunto aquél, no fue nada personal… sólo
negocios… Y no es mi problema…
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