jueves, 9 de octubre de 2014

¿Qué es izquierda? ¿Qué es ser de izquierda?

Escucho a menudo, más a menudo de lo que la pueril y poco meditada crítica merece, que “ya no hay división entre izquierda y derecha”; que es “una nomenclatura falsa que no explica nada” porque unos y otros son iguales y lo que buscan es aprovecharse del poder en su propio beneficio. Y otras tantas inteligentes sandeces por el estilo.
Sin embargo, hay algunas pistas para demoler tan frágil edificio crítico. En primer lugar, el concepto de “izquierda”, que parece tener origen en la ubicación de los asambleístas durante la Revolución francesa –a la derecha los conservadores y a la izquierda los reformistas–, no ha dejado de significar lo que entonces significaba: conservadores y reaccionarios al cambio, frente a reformistas que persiguen el ideológico, político y real avance de la sociedad. Ni más ni menos.
Que el ejercicio práctico de la Política, en algunas ocasiones, haya juntado a los dos extremos en el campo medio de las ambiciones personales, no implica que la izquierda haya dejado de serlo o que la derecha haya vislumbrado las bondades del cambio como factor de crecimiento y progreso, al contrario del estatismo conservador y la parálisis mental. Es un problema ético más que ideológico o político el hecho de que unos y otros cedan a la ambición de poder o de dinero. Esa es cosa propia de las derechas, que para eso están desde tiempos inmemoriales, aun antes de llamarse tales: enriquecerse, defender y aumentar esas riquezas, y para ello, controlar el poder social y político. Ese es su objetivo de vida, su proyecto vivencial. A las izquierdas las mueven otras cosas aunque a veces, como se dijo, los individuos se dejen llevar no por la ética sino por la ambición y la codicia. Tales cosas son: la justicia social, el equilibrio económico, el respeto a las diferencias. Esas minucias improductivas…
Por otra parte, el Poder efectivo ha estado siempre, incluso desde los intentos de gobernabilidad en la antigua Grecia, en manos de las clases altas dirigentes, sean filósofos, sabios y pensadores como en Atenas, o aristócratas, nobles, señores feudales, comerciantes, burgueses y empresarios en los siglos posteriores. E incluso burócratas que se adueñan del poder y lo convierten en su hacienda particular, como ocurriera durante setenta años con el Comunismo estalinista en la fenecida Unión Soviética, sin desconocer los logros que en ámbitos importantes como educación, ciencia, tecnología, salud y otros espacios, produjera la Revolución de Octubre.
Hoy, ese poder lo siguen ejerciendo las derechas desde sus mansiones urbanas, sus oficinas en las grandes capitales o sus propiedades rurales en donde ellos siguen siendo amos y sus trabajadores siervos, los nuevos dueños de vidas y haciendas: los administradores –y en algún caso paradigmático, como es el de la Reserva Federal en los EEUU, los propietarios– del sistema financiero global, que manejan las crisis a su antojo y conveniencia y luego, cuando la codicia provoca el desastre, exigen a los Estados “salvar la Economía”.
Hay otros también, con más mala imagen pero igualmente perniciosos: los mafiosos de variopinta clase como narcotraficantes, tratantes de personas, traficantes, vendedores y fabricantes de armas, cuna eterna de gran parte de la riqueza de la humanidad; o esa otra mafia que son los grandes laboratorios de farma; o las empresas multinacionales que ya no tienen límites estatales para su administración y pueden hacer de las leyes tributarias y laborales lo que les viene en gana, en fin.
Por supuesto, una definición clara e inequívoca de lo que significa “izquierda” o “ser de izquierda”, ha de anidar en el concepto mismo que habita en esa idea. Es decir, que cualquiera que piense la ha de tener “en la punta de la lengua”. Tal vez lo que haga falta sea convertir la idea, el concepto filosófico, ideológico y político, en palabras que se puedan juntar en una frase comprensible y más o menos certera, que le dé valor lingüístico y semántico a la idea. No trato ni me propongo ser original pues la frase, como dije, ha de estar en “la punta de a lengua” de muchas personas desde hace tiempos. Pero sugerí una hace pocos días ante la pregunta de algún habitante del cyberespacio: ¿Y que es izquierda? Le dije y lo ratifico aquí, en esta reflexión, en frase que la idea me ha sugerido como a otros muchos, tal vez:
“Izquierda es ese lugar intelectual, ideológico, político y ético, en el cual el Ser Humano es más importante que la propiedad, el capital, el dinero y las mercancías”.

Nada más. Pero también, nada menos. Yo me ubico en ese lugar: Soy de izquierda.

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